Se podría decir que mi madre cumplía y sigue cumpliendo roles que no son digamos… los que se esperaba de una mujer, a lo largo de mi existencia. Durante mi niñez, por primera vez, descubrí presentándose ante mí, lo que era ser juzgada por “no tener a un hombre a su lado que la soportara”, creo que mi madre este juicio le ha pesado más de lo que comprendo hasta la actualidad dentro del desarrollo de su vida.
Ya que a pesar de esa “ruptura” de los roles establecidos y una unidad domestica “no tradicional” que amenazaba con ir extendiéndose conforme trascurría el tiempo. Sin embargo de igual manera se notaba como esta “ruptura” sigue reproduciendo en su trasfondo, escondido en forma de lamentaciones, lo que dicho comentario causa hasta la actualidad. Pesa sobre sus hombros las palabras intrigosas, que terminaron por convertirse en un eco infinito en el trascurso de su existencia como mujer. Creo haber escuchado más de una vez durante mis años, imaginaba que ella lo hacia muchas mas veces mas que yo.
Siendo entonces lo que se denomina como “madre soltera”, titulo que pesaba sobre su humanidad. Más de una vez la escuche decir que hubiera deseado entonces tener a un “alguien” que la apoyara, económica, social y emocionalmente. Con cierta conciencia en la actualidad puedo decir que a pesar de que consideré que mi socialización, durante los primeros años de mi vida fue muy diferente, por lo menos a la de mi grupo de pares mas cercano, no se diferenciaba mucho, ya que ese momento me percate la existencia de un “vacío” dentro de mi familia y que no había una figura que llenara ese espacio. Lo percate desde el instante en que el sistema de parentesco dentro del cual nací, dicto su sentencia ante mi madre y por ende mi familia.
Ese vacío que nunca ha llegado a llenarse, tenía ciertas repercusiones sobre mí. Ya que mi madre decía no tener tiempo para nada, porque ella tenia que cumplir dos roles, el de madre y padre, y que por ende su vida se había reducido al trabajo y a la casa. Pero se preguntarán ¿Porqué llego este recuerdo a mi dialogo con las imágenes? Pues recapitulando mi vida, comprendí que existía una diferencia entre ser hombre y mujer, con este evento se abrió ante mis ojos, como por una ventana, la penalizante realidad de ser un individuo social. Comprendí que una mujer tiene ciertas maneras sociales de cómo actuar, las cuales son clasificadas y penadas si no se cumplen o si se desvían del cauce que esta preestablecido.
Tomando este evento de mi memoria como fuente generadora argumentativa para darle vida a mi punto. Este que a veces se veía derrocado, mi justificación de lograr ser una mujer diferente a ellas, de lo que obtenía de este distanciamiento era acercarme cada vez más a ellas. Me percataba de cómo cada gota argumentativa se volteaba en mi contra, mujeres que no se sintieran intimidadas por estos hologramas femeninos, se me iban desvaneciendo. Mi madre, mi heroína de la historia, comenzaba de repente a verse como una mortal más.
La experiencia humana de ser mujer dentro de esta realidad capitalista, patriarcal y colonizadora, es mucho más difícil de explicar y trasmitir de lo que pensaba. Así que justificar o defender mi trastornada perspectiva que creí, “alternativo”. Me estaba resultando una lucha sin fin entre esos escombros de mis memorias que me estaban solo demostrando que las rupturas escondían en sus espaldas ideas contradiciéndose. Pero a pesar de ello me negaba a ceder ante ellas y su silencio que resultaba ser más sólido a veces que todas mis palabrerías.
Así que volví a recurrir a estos eventos que están archivados dentro de mi mente. Siendo niña…recordaba, pocas veces me comporte como tal, practicaba juegos que eran calificados “para niños”. Mis amigos mas cercanos solían ser hombres, ya que en lo personal, consideraba hacían cosas más divertidas que las niñas, las cuales siempre se les veía jugando a “la casita” (uno de los juegos “femeninos” mas apetecidos en los recreos), así de nuevo… reconocí esa diferenciación la cual me resultaba genérica, en el amplio sentido de la palabra.
1 comentario:
¡Qué linda! A mí me pasaba lo mismo cuando era pequeña. Siempre andaba jugando juegos -disculpen el juego de palabras- para niños.
Y con base a eso, muchas personas usaban su dedo índice para señalar que era una "tractorcilla", "marimacha", "rarita" o bien, lesbiana. Y es difícil -¡que si qué!- porque cuando esos comentarios vienen de la propia familia, llevan una connotación totalmente diferente. Si mi familia me critica, ¿quién no lo hará? ¿Quién me amará y aceptará lo sufiente?
Aún no he contestado esa pregunta, porque aún vivo dentro de este lío.
Me encantó esta parte, ¡de verdad que sí! Me conmovió muchísimo.
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